La carcel azul
El color de la tristeza es sombrio, me ataca donde menos quiero y donde mas puede. No tiene compasión, y me envuelve lentamente en un remolino sin final en el que la asfixia es desesperante e interminable.
Cual arena movediza, cada intento por salir a flote me hunde mas, convenciéndome asi que lo mejor es estar quieto, estatico, para evitar mayores tormentos y nuevas pesadillas.
Veo entes que giran a mi alrededor, con una apariencia brillosa, felices. Sin embargo, cuestiono mucho su luz, ya que eventualmente los veo sufrir como yo, y al final da la impresion que están envueltos en el mismo remolino.
Las horas son largas y apesumbradas, disenadas específicamente para sufrir. Parecierase que para esto se ha puesto una cuerda en mi estomago que se ajusta cada vez que estoy saliendo a flote y me recuerda donde estoy.
He aprendido a vivir con mi miseria, la palpo como una amiga, a la cual respeto y acojo. No me queda otra, ya que nadie mas se acerca a mi puerta. Nadie se acerca, nadie pregunta, solo se oye el ulular del viento.
Te veo lejos, inalcanzable. Eres como un sarcástico traspiés del destino que se niega a desvanecer. Tu imagen borrosa y ciertamente malvada ayuda a la dentencion del tiempo y por ende a la extensión del dolor.
No hay nada mas que cuatro paredes, algunos libros y un computador, muchos sueños quebrados, las ansias de liberación, y un corazón angustiado que se niega a un final en esta lúgubre cárcel azul.
Saturday, December 6, 2008
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